¿Cuentos quieres, niña bella?
- MOMAC CUU
- 30 jul 2020
- 2 Min. de lectura

De alguna u otra manera, todo lo que sucede en nuestras vidas tiene un por qué y un para qué. Normalmente aprovecho estos espacios para expresar mi opinión sobre temas sociales, económicos o políticos, pero situaciones inesperadas me llevaron a compartirles un poquito de la razón por la cual siempre he creído que las mujeres tenemos una misión tan grande como nosotras mismas.
Hace unas semanas, una de las mujeres que más me ha inspirado a interesarme en temas sociales, a amar sobre todas las cosas y a nunca rendirme, emprendió un último viaje. De ella aprendí a alzar la voz ante lo que no creo y a utilizarla no solo para mí, sino para los demás.
Desde pequeñas, logramos identificar cuáles van a ser los valores e ideales por los cuales vamos a dirigir nuestra vida. A todas nos enseñan a ser las princesas de nuestro propio cuento, ese en el que anhelas que llegue un salvador para poder florecer, cuando la vida real no es así. Nadie nos enseña a ser las guerreras de nuestra vida, solas aprendemos, siempre impulsadas por otras mujeres que nos han abierto a todos esos derechos que hoy tenemos.
Todos los días existe un tema nuevo del que comentar. La economía mexicana está en coma; tenemos un gobierno federal que no merecemos; la batalla electoral para 2021 está arrancando a base de grillas internas; la guardia nacional, en vez de cuidarnos, saquea nuestra agua; y así no dejan de circular las noticias. Y las mujeres, ¿pa’ cuándo?
Claro está que la política en materia de género no existe en la agenda de palacio nacional, pero aquí afuera nos están matando sin control alguno y nadie hace nada. En cuatro meses, los feminicidios se dispararon a 11 diarios, según datos de carpetas abiertas de investigación que ascienden a mil 897 en México. Esto es lo que está contabilizado, pero hay un gran número de mujeres que no pueden hablar, que no pueden hacer nada, ellas siguen esperando a ese “salvador” que les enseñaron de pequeñas.
Me cuesta creer que como sociedad hemos perdido humanidad, trato de empatizar con los casos y los factores son muchos, pero esto es un caso de educación mental, emocional y de tomar responsabilidad al momento de educar a un ser humano. Nadie nos enseña a ser nuestros propios salvadores, nos enseñan a interactuar, a agradar a otros, pero nunca a agradarnos a nosotros mismos. Las mujeres tenemos ese sentido de empatía, de coraje y de fuerza que forma otros seres humanos, pero si nadie nos escucha, si nadie nos protege, ¿cómo lo logramos?
Hoy alzo la voz por todas aquellas que no están, por mis compañeras, por mis hermanas, por mis abuelas, por mi mamá, por mis amigas y por todas esas mujeres que seguimos esperando no solo ser escuchadas, sino que se nos tome la importancia que tenemos dentro de la sociedad. Somos las formadoras de nuestras familias, nuestra responsabilidad es grande, lo que pedimos es que no muera en nosotras aquello que nos da la vida.
No es por lo que eres, es por lo que transmites. Ahí está tu magia. Dedicado a la luz de mis ojos, mi Estelita.
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