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Desigualdad en la Educación: Realidad ante COVID-19

  • Foto del escritor: MOMAC CUU
    MOMAC CUU
  • 21 jul 2020
  • 4 Min. de lectura

Actualmente nos enfrentamos a una pandemia mundial, que no solamente ha traído consigo la muerte de miles de personas, sino que además ha mostrado la terrible desigualdad que existe en México, en el ámbito social, laboral, económico y especialmente, en el educativo.

Como maestra de secundaria en una escuela pública, fui testigo de las dificultades que se vivieron durante el proceso de “Educación a distancia”, fue deficiente, y no por falta de preparación de los maestros, que a decir verdad, tuvieron un excelente desempeño al establecer comunicación con padres de familia y alumnos, a pesar de los obstáculos que se presentaron y de esta forma hacerles llegar el trabajo que elaborarían en casa; sin embargo aún con los esfuerzos, no fue posible lograr el cien por ciento de cobertura con los estudiantes.

Según datos del INEGI en una Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) que se hizo en el año 2018, menciona que el 65.8 % de la población nacional tiene acceso a internet a partir de los seis años, la mayoría entre 24 y 35 años de edad, (edades que generalmente no pertenecen a la población escolar), puede ser a través del teléfono con datos móviles, en cibercafés, escuela, etc. y menos del 60% cuenta con internet en sus hogares. Tomando en consideración estos datos, la secretaría de Educación ofreció al menos dos opciones más, tales como televisión educativa y la entrega de 127 mil 587 cuadernillos a estudiantes de educación básica en el estado de chihuahua. Sin embargo, La ENDUTIH 2018 revela que 32.2 millones de hogares del país cuentan con al menos un televisor, lo cual representa un 92.9% del total en el país, y en los cuadernillos de trabajo en casa, en secundaria, se contemplaron al menos cuatro asignaturas, de las 10 que se imparten; por tanto aún con estas medidas quedaron huecos por llenar, con aquellas personas de comunidades rurales, que no cuentan con electricidad en sus hogares, personas que viven en zonas de difícil acceso, o aquellos que tienen capacidades diferentes.

Es muy fuerte la incertidumbre de no saber cuándo vamos a regresar a la nueva normalidad, desconocer cuál será la forma de trabajo, que de permanecer a distancia, seguiríamos dejando fuera a miles de estudiantes que no tienen acceso a internet, que no cuentan con computadora o televisión en casa, familias que fueron afectadas por el virus, perdiendo sus empleos, o perdiendo la vida, estudiantes que primero deben pensar en cómo ayudarán a solventar los gastos de la casa, antes que pensar en resolver las actividades que ha dejado el maestro, jóvenes a quiénes les interesa desarrollarse, pero las condiciones en las que viven no les permiten avanzar, porque de primera mano conozco las historia de varios de mis alumnos, hogares en los que el dinero que podrían gastar en algún centro de internet, resulta de más provecho utilizarlo en alimentación, o transporte.

Lo anterior es una realidad de la clase menos favorecida, alumnos de escuelas que se encuentran en zonas de bajos recursos, personas capaces y comprometidas como cualquier otra, pero con muchas carencias y necesidades que no les permiten desarrollar todo su potencial. Para lograr una educación a distancia exitosa es indispensable contar con internet en casa y al menos un celular inteligente, computadora o tableta, tanto para el estudiante como para el maestro, que ambos tengan las competencias necesarias para un buen desempeño y aprovechamiento, y que los padres de familia dispongan del tiempo suficiente para supervisar las actividades de sus hijos, por tanto el éxito de la educación a distancia variará en la medida que se cumpla con estas condiciones, sin dejar de lado a las comunidades rurales o indígenas, quienes cuentan con mayor rezago educativo y menos posibilidades de acceso a la tecnología.

Por supuesto que nadie está preparado para una pandemia, que a todos nos tomó por sorpresa, pero tampoco es noticia nueva que la educación pública ha estado abandonada desde hace tiempo, se necesitan recursos para que los alumnos aprendan a manejar la tecnología como fuente de aprendizaje y no sólo de entretenimiento, para que tengan acceso a internet el cien por ciento de las familias, y que las escuelas estén preparadas en cuanto a infraestructura y equipo tecnológico para potenciar el desarrollo de sus estudiantes. En efecto no se podrán medir los resultados del rezago educativo hasta no evaluar el impacto que ha tenido la educación en línea, pero con base en mi experiencia me atrevo a decir que el rezago aumentará y con él las diferencias en aprovechamiento, tomando como comparativo las escuelas privadas y las públicas, y es triste darse cuenta de que quiénes más necesitan apoyo, han sido las personas más afectadas en esta pandemia.

De acuerdo con el Profr. Alex Gutiérrez, docente asociado de la Universidad de Magdalena “Las decisiones y las actuaciones deben corresponder a estas realidades, de tal manera que no se vulnere el derecho a la educación, convirtiendo el sistema educativo más inequitativo de lo que es” por ello, es preciso priorizar la búsqueda de la igualdad de condiciones educativas para la población nacional, tomar en cuenta a todos los grupos sociales, sus fortalezas y debilidades, transformar la nueva forma de enseñar y aprender, y en conjunto con padres de familia y agentes educativos encontrar las estrategias necesarias que permitan abatir el rezago educativo con el que nos encontraremos al volver.

 
 
 

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